Monday, October 17, 2016

Bob

Dylan y las rayas del tigre

Hermann Bellinghausen
P
or una vez en la vida BobDylan no es culpable del escándalo. Nos ha hecho tantas a su público (cualquiera que éste sea) y lo hemos mandado a volar tan repetidamente que bien podríamos darle el título de Rey de la Decepción. Con el regocijo que debe causar en un ego tan elaborado y eficaz como el suyo el actual alboroto mediático, se permite mostrar toda la indiferencia de que es capaz. Tengo por ocioso debatir si es poeta, si eso es cantar, si acaso merece el premio mayor de los serios y los solemnes una figura masiva, ídolo y caricatura, mercancía y símbolo (¿símbolo?), un ganador del Grammy y el Óscar que reina en el Salón de la Fama del Rocanrol. Más que ocioso. Lo mismo da. Es una fuerza de la naturaleza, un fenómeno telúrico de larga duración artística. Pocos así. De jovencito se reinventa, cambia de nombre y de pasado para iniciar un dilatada representación cargada de inventiva y furor. Profeta y Chaplin, líder que no se deja seguir, juglar y trovador a la vez, mitómano. Si lo suyo es o no literatura, la mera verdad...
Hacia 1963 cristalizan en él cantidad de cosas que soplaban en el aire. Esponja con intención, su lucidez no pide legitimidad, se la otorga y punto. Cumple con desenfado el sueño beatnik de unir la poesía con el blues de los negros. Versos, letras y líricas le brotan en profusión formidable. Inunda los surcos y las envolturas de sus discos con parrafadas de surrealismo salvaje y desternillante mientras convoca a los mejores intérpretes para expandir el universo de la música folclórica y popular en Estados Unidos, Gran Bretaña e Irlanda, justo cuando esta vena desarrolla una música novísima, hecha de muchas otras, llamada rock. En aquella década fértil nadie escribió ni compuso en inglés (ni en otra lengua) como él. Devorador hasta lo indecente de la tradición folk y el blues originario, su pirotecnia de metáforas rebeldes y versos impactantes trae al canto popular nuevos sentidos, con la suficiente dosis de ambigüedad para devenir universales.
Sus fieles se sienten pateados cuando escandaliza a folcloristas y revolucionarios negándose a las militancias requeridas. Lo patean, lo acusan de Judas por venderse al rock cuando en realidad lo está inventando y muestra a los futuros astros Beatles, Stones, The Who, Van y Jim Morrison, Richard Thompson, Paul Simon, Frank Zappa o Kinks que es posible ser inteligente, cantar cosas que importan, contar historias con aliento y no sólo tralalás. ¿Marcó a una generación? Sí.
Los académicos y especialistas gringos siempre lo vieron por debajo de Ginsberg (que ya era decir). New York Review of Books y Gore Vidal no salían del enfado ante sus ripios: ¡esos versos absurdos y reiteraciones mnemotécnicas No Son Poesía! Como dijera Miles Davis: So what? El canon nunca lo admitió. La Norton Anthology le concede una pieza en la sección Baladas populares. Harold Bloom y George Steiner pasan de él. Eso sí, cualquiera cantaba en la regadera algo suyo según las versiones más amables de Peter, Paul & Mary, Joan Baez, Judy Collins o Byrds. En Gran Bretaña su impacto cultural fue determinante y le salieron intérpretes especializados como Joe Cocker, Rod Stewart o Fairport Convention. Nadie podía fingir no haberlo escuchado. Logra ser un judío negro que desentierra el country, reinventa el blues, inventa el rock, revoluciona el gospel y el panfleto. Compuso decenas de himnos célebres, se le cita como a una Biblia y es un gran romántico del siglo XX. Pero lo mandamos a volar cuando se hizo Jesus Freak y la cordura pareció abandonarlo. Típico. Lo que hace importa para muchos. ¿No enfureció a las feministas en 2004 cuando apareció con Adriana Lima en un comercial de Victoria’s Secretlanzando lencería al son de Love Sick,esa obra maestra tardía?.
Se esconde bajo los reflectores ante decenas de miles. Cambia sin cesar de forma y de fondo. Sigue el mismo. Al desaparecer por primera vez en 1967, dejaba plantados a los roqueros, que ya eran legión en el mundo y le pusieron tache. Entonces, en un sótano de Woodstock rehizo de raíz con The Band la lírica tradicional angloamericana. Nomás.
¿Califica como literatura? Al menos enciende la imaginación lírica de millones de personas. Los premios de la realeza europea no le incumben. Si se los dan, allá ellos. No necesita probar que la poesía abarca mucho más de lo que quisieran las academias, las élites y los canónicos en sus corrales; les volvió obsoletos sus mapas. Además, en pleno siglo XXI compone tan bien como al principio, no puede evitarlo, y sus músicos sonlos mejores que he tenido, dice. Viejos los cerros, y reverdecen.

Sunday, October 16, 2016

Ring Them Bells

Ring them bells ye heathen from the city that dreams
Ring them bells from the sanctuaries cross the valleys and streams
For they're deep and they're wide
And the world is on its side
And time is running backwards
And so is the bride
Ring them bells Saint Peter where the four winds blow
Ring them bells with an iron hand
So the people will know
Oh it's rush hour now
On the wheel and the plow
And the sun is going down upon the sacred cow
Ring them bells Sweet Martha for the poor man's son
Ring them bells so the world will know that God is one
Oh the shepherd is asleep
Where the willows weep
And the mountains are filled with lost sheep
Ring them bells for the blind and the deaf
Ring them bells for all of us who are left
Ring them bells for the chosen few
Who will judge the many when the game is through
Ring them bells for the time that flies
For the child that cries
When innocence dies
Ring them bells for Saint Catherine from the top of the room
Ring them bells from the fortress for the lilies that bloom
Oh the lines are long and the fighting is strong
And they're breaking down the distance between right and wrong
Songwriters: Bob Dylan
Ring Them Bells lyrics © Bob Dylan Music Co.

Bob Dylan Site

Friday, October 14, 2016

Reconocen a Bob Dylan con el Premio Nobel de Literatura 2016

El artista, como en la antigua cultura griega, hermana a la música y la poesía

La distinción es por haber creado nuevas expresiones poéticas en el marco de la gran tradición musical estadunidense, define la Academia Sueca
‘‘Él es impresionantemente versátil; ha estado activo como pintor, actor y guionista”, indica la vocera de ese cuerpo colegiado
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Los académicos valoraron, en su decisión prácticamente unánime, la poderosa poesía de crítica social, dramaturgia, compromiso humanitario, de toda la obra de Robert Zimmerman (nombre real de Bob Dylan), que puede constatarse en, por ejemplo, The Masters of War y, sobre todo, en esa obra maestra titulada The Chimes of Freedom. Arriba, el nuevo Nobel de Literatura en Los Ángeles, en enero de 2012Foto Ap
De la Redacción
 
Periódico La Jornada
Viernes 14 de octubre de 2016, p. 2
Con un párrafo de tres líneas, la Academia Sueca puso de cabeza al mundo: El Premio Nobel de Literatura 2016 ha sido otorgado a Bob Dylan por haber creado nuevas expresiones poéticas en el marco de la gran tradición musical estadunidense.
Por vez primera en aquel rancio salón, en un barrio de Estocolmo, se escucharon risas al mismo tiempo que expresiones de incredulidad, desaprobación, hurras y vítores y opiniones en contra como el año pasado, cuando distinguieron con el mismo galardón a una reportera, Svetlana Alexievich, y en el gabinete de Vladimir Putin enarcaron las cejas, como lo hacen ahora en la casa de campaña de Donald Trump respecto del premio a una voz crítica.
De acuerdo con la secretaria permanente de la Academia del Nobel, Sara Danius, hubo gran unidad en la decisión. Él es probablemente el más grande poeta vivo, exclamó Per Watsberg, uno de los académicos.
Como artista, él es impresionantemente versátil; ha estado activo como pintor, actor y guionista, añadió la vocera.
El premio literario anterior otorgado a Dylan (Minnesota, 1941) fue el Príncipe de Asturias, a cuya ceremonia de recepción no acudió en 2007, como sí lo hizo hace cuatro años cuando Barack Obama le entregó la Medalla Presidencial de la Libertad, el máximo galardón civil de Estados Unidos.
Tiene la condición de ser un ícono
En un recuento que publicamos aparte en estas páginas, se denota la decisión de Dylan de asistir a recibir premios de la farándula, como el Grammy, pero no de cultura, como el Príncipe de Asturias. De manera que ahora las apuestas giran en torno a si acudirá en diciembre a Estocolmo para recibir el Nobel.
Los argumentos en favor esgrimen la conveniencia de atraer reflectores que opaquen a Trump. Los argumentos en contra son más precisos: para ese entonces ya se sabrá el resultado de las elecciones presidenciales en Estados Unidos.
La Academia Sueca añadió a sus razones para premiar a Dylan: tiene la condición de un ícono. Su influencia en la música contemporánea es profunda.
Entre las opiniones de congratulación, el indo-británico Salman Rushdie aportó el meollo: Bob Dylan encarna la gran tradición del bardo, aquella figura de la antigüedad que integraba en su persona todas las artes.
Los tres grandes discos de Bob Dylan en su etapa de madurez son: Time out of Mind (1997), Modern Times (2006) y Tempest (2012).
La Jornada, al reseñar esos discos, recogió en esos años el clamor creciente que ubicaba ya a Bob Dylan como candidato fuerte al Nobel de Literatura.
A la fecha, esos discos son conocidos por una minoría respecto de la cantidad abrumadora, generaciones enteras, que se quedaron con el Dylan de los años 60 del siglo pasado y sus piezas del todo conocidas.
Entre los argumentos que presentó este periódico, y que más adelante, en 2012, fueron acogidos por la Revista de la Universidad en un extenso artículo, además de la maestría prosódica y la raigambre clásica de los textos de Dylan, está el que ahora señaló Salman Rushdie: Bob Dylan encarna la condición del aeda, esa figura fundamental de la cultura antigua griega que fundía en su persona poesía, música, baile, canto, teatro, artes plásticas.
Con el aeda, la poesía era cantada. Y al aeda sucedieron otras figuras: los bardos, los juglares, los escopas, los escaldos y los trovadores, entre ellos. Y cuando Gutenberg inventó la imprenta, el aeda enmudeció. La poesía dejó de ser cantada. Y el mundo separó a las hermanas gemelas: música y poesía.
Bob Dylan reúne a la música y a la poesía, como un aeda contemporáneo. Y eso es lo que premia ahora la Academia Sueca.
Los académicos valoraron, en su decisión prácticamente unánime, la poderosa poesía de crítica social, dramaturgia, compromiso humanitario, de toda la obra de Robert Zimmerman, que puede constatarse en, por ejemplo, The Masters of War y, sobre todo, en esa obra maestra titulada The Chimes of Freedom.
Hasta el cierre de esta edición, Bob Dylan ha permanecido fiel a su costumbre de pasar desapercibido, aunque a veces no lo logre, como en aquella ocasión en Miami, cuando un ama de casa llamó a la patrulla reportando a un vagabundo sospechoso que deambula por las calles y Robert Zimmerman tuvo que mostrar su identificación a los policías para evitar ser arrestado como amenaza social.
Frente a la cacería de los reporteros, Elliot Mintz, su portavoz, alegó que todavía era muy temprano, en Los Ángeles, como para molestar a su patrón.
También al cierre de esta edición no había sido cancelado el concierto que se había anunciado para la noche del jueves en Las Vegas.

Thursday, October 13, 2016

How Dylan Became Dylan

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Bob Dylan, New York City, 1961 CreditMichael Ochs Archives/Getty Images
Bob Dylan’s Nobel Prize in Literature is a blessed relief, a gift of something else to think about, or argue about, that isn’t dire and ugly like the otherOctober surprises the month has thrown at us.
The news offers something else, too, specifically for New Yorkers, for whom Mr. Dylan is close to a native-son, homegrown laureate. Mr. Dylan invented himself here, plugged into its creative artistic grid here, and here came face to face with his greatest early influence.
Dylan becoming Dylan wasn’t going to happen in small-town Minnesota. It was on the narrow streets of Greenwich Village that he got his early gigs and press attention (a 1961 review by a Times music critic, Robert Shelton, was an important career boost). And it was farther out, on a long subway ride into Queens, that Mr. Dylan made a fateful pilgrimage to the home of a transplanted Oklahoman named Woody Guthrie, whose style and methods the young Mr. Dylan lifted for his own. Like his hero, Mr. Dylan found New York’s lefty, folky, hootenanny world highly conducive to his art.
The hallmark of genius, of course, the kind the Nobel committee likes to reward, is creative immensity, the ability to absorb and contain multitudes. Mr. Shelton, impressed by a “bright new face” at Gerde’s Folk City on West Fourth Street, wrote: “Mr. Dylan’s highly personalized approach toward folk song is still evolving. He has been sopping up influences like a sponge.” He added, “Mr. Dylan is vague about his antecedents and birthplace, but it matters less where he has been than where he is going, and that would seem to be straight up.”
This was, in fact, the trajectory. Up and then out, and very far. Folk music did not contain him. The river Mr. Dylan tapped was deep and wide, encompassing folk, blues, gospel, “hillbilly” music and the stew of rock ’n’ roll, to which he added his own strange, inexplicable Dylan thing.
“There’s nothing secret about it,” Mr. Dylan said in an eloquently revealing speech last year, about how deep, deep immersion in folk songs and the blues made his songwriting possible, even inevitable.
“You just do it subliminally and unconsciously, because that’s all enough, and that’s all you know. That was all that was dear to me. They were the only kinds of songs that made sense. ‘When you go down to Deep Ellum keep your money in your socks / Women on Deep Ellum put you on the rocks.’ Sing that song for a while and you just might come up with, ‘When you’re lost in the rain in Juarez and it’s Easter time too / And your gravity’s down and negativity don’t pull you through / Don’t put on any airs / When you’re down on Rue Morgue Avenue / They got some hungry women there / And they really make a mess outta you.’”
Well, maybe he might come up with that. A half-century later Mr. Dylan has built a body of work, written and sung, that achieves greatness in its breadth and beauty. He also has a Christmas record — take that, Czeslaw Milosz.